Carolina Otaduy tenía claro que para esta temporada quería romper con lo que había hecho en la anterior. Si para 2016 su colección se inspiró en el Mediterráneo con una propuesta de vestidos románticos a los que la luz del mar les iba tan bien, para el 2017 cambia de decorado y da -como siempre- un nuevo giro a sus vestidos de novia sin perder esa esencia Otaduy que ya va creando escuela.
De las playas del Mediterráneo nos vamos de viaje en el espacio y en el tiempo: evocamos aquellas noches disco de los años 70 en Studio54. Bianca Jagger y su estilo inconfundible, David Bowie, ese icono que ha marcado tantas facetas y cuya influencia será eterna, el glam y la era disco revisitados y reconvertidos en colección de novia.
¿Algo así es posible? Quiero decir, ¿sin caer en lo evidente? ¿Sin perder la esencia del sector de novias? Después de poder ver la colección, he podido comprobar de primera mano que, una vez más, la creatividad de Otaduy sigue intacta. Es capaz de reinventarse sin perder su personalidad, la firma sabe bucear en nuevos referentes -tan alejados en ocasiones del mundo novia- sin dejar atrás ese universo delicado y romántico que tan bien le define. Incluso cuando la influencia de la temporada es el mundo disco y los 70.
¿Y cómo se consigue algo así? Con tejidos delicados y ricos, muchos de ellos bordados y diseñados por y para la marca. De esta manera hay dos cosas aseguradas: la calidad de los mismos y la originalidad, nadie más que Otaduy los tiene. Entre estos diseños destaca el de hojas y flores bordadas en relieve sobre tul en colores verde y rosa pastel. Un trabajo impecable para novias que buscan algo diferente.
Las líneas por el contrario marcan el contraste con esos tejidos delicados a base de mangas murciélago; las dos piezas siguen teniendo gran protagonismo con prendas renovadas como la falda corta de carácter muy seventies con bolsillos y botones de cuero, los pantalones acampanados o los cuerpos de guipur, bandanas o flecos.
Las faldas largas despliegan todo su esplendor, en especial hay una que tiene ¡10 metros de gasa de seda! Ni que decir tiene que el vuelo y la caída que tiene es espectacular.
Las transparencias y cortes en la espalda juegan un papel muy importante en cada pieza, dotándoles de complejidad y detalles que no dejan de sorprenderte.
El remate final a esta línea de la colección lo pone la chaqueta de cuero blanco que da título a la colección y que refleja su espíritu: bordada a mano en la espalda con la leyenda «I do» y flecos en las mangas. A tener en cuenta: el mensaje puede ser personalizado con la frase o palabra que tú quieras.
Antes semejante propuesta, ¿a quién no le apetece una boda disco? Yo lo tengo claro y el Sí, quiero iría para Otaduy sin pensarlo.
Para las que se muestran reticentes a estas líneas y siguen buscando vestidos de novia románticos y de tendencia más minimal, la firma made in Barcelona, también ha pensado en ellas desarrollando una parte de la colección inspirada en mujeres de diferentes épocas como Frida Kalho, Lena Dunham o Charlotte Brontë y en la que los diseños de corte lencero con pequeños detalles bordados o tirantes trenzados, los vestidos fluídos con cuerpos de encaje, las faldas plisadas o los escotes en la espalda siguen guiando al universo Otaduy.
Aunque si hoy me volviera a casar, lo que tendría claro más allá del vestido -ya que decidirme por uno sería más complicado- es el accesorio que llevaría: la maravillosa corona de cuarzos diseñada por Carolina Otaduy. Una pieza única, original y que se sale de lo que hemos visto hasta ahora en complementos para novia. En definitiva, el universo Otaduy invita a casarse una y mil veces y con un estilo diferente en cada una de ellas.