I’m neither an economist nor a photographer of monuments and I’m not much of a journalist either. What I am trying to do more than anything else to observe life.” Henri Cartier-Bresson
Soy de Sídney pero como habréis podido comprobar estoy muy lejos de casa y a día de hoy estoy viviendo en la costa vasca junto a mi preciosa mujer e hija. Mi reciente cambio de estilo de vida, después de 6 años en Londres, me ha hecho bajar el ritmo, aunque nunca dejaré de ser un viajero empedernido. Así que tranquilos, porque ningún lugar será demasiado lejos para ir a fotografiar vuestra boda.
Siendo pequeño, mi sueño siempre fue trabajar en las Montañas Rocosas de Estados Unidos. De joven, quise descubrir mundo y viajar desde Hanoi a Londres. Y tras terminar la universidad, me propuse seguir los pasos del Che a través de Sudamérica con mi particular “Diarios de Motocicleta”. Afortunadamente hice todo esto sin separarme de mi cámara y, en el camino, mi pasión se convirtió en mi trabajo.
Como fotógrafo, quiero ser invisible. Soy un fotógrafo callejero de vocación. Me gusta observar. Cartier-Bresson dijo una vez “No soy ni un economista ni un fotógrafo de monumentos y tampoco soy un periodista. Lo que intento hacer sobre todo es observar la vida”. Este es mi mantra.
Frecuentemente me preguntan como me metí en el mundo de la fotografía de bodas, y con una sonrisa, les contesto “con miedo”. Durante años he tenido ideas erróneas del significado de fotografiar bodas. Cuando me di cuenta que no todo eran posados y largas sesiones fotográficas, mi trabajo se hizo mucho más gratificante, creativo y una experiencia realmente sorprendente.
En resumen, tengo 36 años, fotografío bodas y me encanta mi trabajo. Me encanta el café. Si pudiese ir a cenar con tres fotógrafos vivos o muertos, serian: Don McCullin (el más valiente), Sebastiao Salgado (el conservacionista) y David Bailey (snapper de los Rolling Stones).
No hay mucho que explicar de todo esto, así que no voy a complicarme. Soy un cuenta cuentos visual, y las bodas son el escenario perfecto, con la historia perfecta. Las imágenes que componen vuestra historia son mi interpretación de ella, pero es vuestro día. No estaré allí para dirigiros, sino para documentar de manera artística esos momentos.
En mi caso fue Henri Cartier-Bresson quien me introdujo en esto de la fotografía, pero hay dos fotógrafos que me han servido de inspiración – Don McCullin y Sebastiao Salgado (y no creo que ninguno de ellos tocase nunca el sector de las bodas).
Aunque es muy difícil encontrar paralelismos entre sus respetivos campos y la fotografía de bodas, es su influencia lo que me ha hecho ser el fotógrafo que soy a día de hoy. Simplemente me encanta observar.
Busco la composición de la escena y, bien sean las manos de una persona o su vestido, siempre intento buscar algo interesante y único para fotografiar y conseguir contar mil historias con una sola imagen.
Nunca me ha gustado usar flash. Me encanta la profundidad de campo, las sombras y los relieves que se consiguen cuando se utiliza la luz natural, por eso siempre la aprovecho al máximo para con- seguir ese toque auténtico en mis fotografías.
Ya sea utilizando la luz de una vela para iluminar objetos, o esperando al momento idóneo de la luz natural, siempre intento sacar el máximo partido a estas opciones antes de considerar otras fuentes de luz.
Al fin y al cabo, cada boda es única y nunca se puede prever cada momento. En cierta manera, es muy parecido a esa emoción que hay en las grandes finales deportivas.
Mick Habgood